La psicología de la enfermedad física

Por Dra. Rosa Ma. Ortíz Prado.

¿Alguna vez se han detenido a pensar la manera en que nuestro cuerpo y nuestra mente están conectados el uno con el otro? No me refiero a la conexión nerviosa, a la conexión del sistema nervioso que hace que podamos movernos o realizar actividades, me refiero a la influencia de la salud mental sobre la salud física y viceversa.

Si han estado enfermos últimamente, se habrán dado cuenta de que nuestro estado de ánimo sufre un cambio importante mientras nuestro cuerpo físico se recupera. De igual manera, ahora sabemos que si, por ejemplo, hemos estado deprimidos, nuestro sistema inmune puede debilitarse, lo cual nos hace más propensos a contraer o desarrollar una enfermedad física. “El miedo, la tristeza, la ira y el asco, son estados emocionales que, cuando son intensos y habituales, afectan negativamente la calidad de vida de las personas; en consecuencia, las emociones negativas constituyen, actualmente, uno de los principales factores de riesgo para contraer enfermedades físicas y mentales”.

Y que esto no quiere decir que no debamos sentir estas emociones, simplemente, que tenemos que encontrar una manera de que salgan de nosotros para que no afecten a nuestro cuerpo físico y buscar una manera de poder vivirlas y resolverlas de una forma sana para nosotros. Thorwald y Rüdiger, en el libro “La enfermedad como camino”, señalan que la enfermedad es un estado que nos indica que la conciencia de un individuo ha dejado de estar en orden o en armonía. Al sentirnos así, obligatoriamente, tenemos que poner atención y dedicación al síntoma, tratar de darle una solución, esto altera nuestra rutina y nuestra vida normal, sin embargo, a veces, no prestamos atención más allá del síntoma: a la causa, al origen de este, que puede estar residiendo en nuestra emoción. Poner atención a la causa de la enfermedad, especialmente si sospechamos que es de un origen emocional o psicológico, se volverá de gran importancia.

Algunos autores señalan la relación que existe entre enfermedades particulares y la emocionalidad detrás de ellas. Me gustaría darte algunos ejemplos para que pienses si tal vez, cuando te enfermas, puedes ver una razón emocional que necesite atención. Y me gustaría que pensemos juntos también, si podemos hacer algo para mantener el equilibrio; para enfermar menos, tanto emocional, como físicamente.

Cuando duele la garganta, a nivel de síntomas, es importante revisar qué es lo que se está dejando de decir, de aclarar, de pedir.

Dolor de estómago, con ardor: revisar qué estás guardando en cuanto a sentimientos y emociones, qué enojo o recelo no estás dejando fluir. Qué situaciones se están evitando, qué estás “comiéndote” emocionalmente, qué te provoca dolor y malestar.

Dolores de cabeza: revisa la manera en que estás en tu presente, ¿es lo que quieres vivir?, ¿te encuentras en donde y con quien deseas?, de no ser así, ¿qué deseas hacer?, con la regla de “no dañarás, pero sí te harás caso”.

Como reflexión final, me gustaría dejarte el siguiente texto.

El cuerpo grita lo que la boca calla

(Nelson Torres, Psiquiatra)

El resfrío “chorrea”, cuando el cuerpo no llora.

El dolor de garganta “tapona”, cuando no es posible comunicar las aflicciones.

El estómago arde, cuando las rabias no consiguen salir.

La diabetes invade, cuando la soledad duele.

El cuerpo engorda, cuando la insatisfacción aprieta.

El dolor de cabeza deprime, cuando las dudas aumentan.

El corazón afloja, cuando el sentido de la vida parece terminar.

La alergia aparece, cuando el perfeccionismo está intolerable.

Las uñas se quiebran, cuando las defensas están amenazadas.

El pecho aprieta, cuando el orgullo esclaviza.

La presión sube, cuando el miedo aprisiona.

Las neurosis paralizan, cuando el niño interior tiraniza.

La fiebre calienta, cuando las defensas explotan las fronteras de la inmunidad.

Las rodillas duelen, cuando tu orgullo no se doblega.

El cáncer mata, cuando no perdonas y/o te cansas de “vivir”.

¿Y tus dolores callados, cómo hablan en tu cuerpo? Para poder resolver una emoción, primero debemos reconocerla, sentirla y nombrarla, de esta manera, podemos iniciar el proceso hacia una salud tanto física como emocional. Como siempre, es un placer poder compartir este espacio con ustedes. Gracias.

Side view of sick woman having coffee on sofa in living room

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