Por Dra, Rosa Ma. Ortíz Prado
Este mes, me gustaría que nos concentráramos en un tema del cual no hemos hablado antes y que, muchas veces, es negado por la sociedad y por las familias. La depresión infantil.
Pareciera que se tiene la creencia errónea de que los niños no pueden deprimirse, porque como sociedad, seguimos relacionando la depresión con “tener problemas”, o bien, con una enfermedad mental que sólo aqueja a una pequeña parte de la población (ambas ideas totalmente erróneas).
De acuerdo a la Universidad Autónoma de México, la depresión infantil en México, en niños entre 8 y 12 años, ha aumentado en los últimos años, aquejando aproximadamente al 9% de la población infantil a nivel nacional y, en ciertos grupos de riesgo, alcanza hasta el 20% en la población (niños que sufren abuso en el núcleo familiar, bullying, entre otros). Existen tres factores que desencadenan la depresión: biológico, sociológico y psicológico; cualquiera de estos, pueden presentarse de diferentes formas en los pacientes.
Factores biológicos. Los neurotransmisores en el cerebro, responsables de la regulación de los sentimientos, como la Serotonina o Noradrenalina, se presentan en niveles bajos, lo que ocasiona que los pequeños sean propensos a desarrollar una depresión.
Factores genéticos. Los estudios familiares que evalúan hijos de padres deprimidos han verificado que la posibilidad de que éstos lleguen a desarrollar el trastorno, es entre 3 y 6 veces más elevada, en comparación con niños que no presentan este factor de riesgo. Igualmente, el riesgo de desarrollar otra psicopatología, como ansiedad o incluso trastornos de conducta, es también mayor.
Factores socio-familiares. El clima familiar es un factor determinante en la aparición y mantenimiento del trastorno. La depresión sería resultado, entre otros factores, de una pobre interacción afectiva entre padres e hijos.
¿A qué debemos poner atención como padres? ¿Cómo saber si nuestros hijos sufren depresión?
Algunos síntomas a los que debemos ponerles atención:
- Está de ánimo triste o irritable la mayor parte del día. Su hijo puede decir que se siente triste o enojado o parece al borde de las lágrimas o de mal humor.
- No disfruta de las cosas que solían hacerlo feliz.
- Presenta un cambio notable de peso o en la forma de comer, ya sea mucho o poco.
- Duerme muy poco durante la noche o demasiado durante el día.
- Ya no quiere estar con la familia o con los amigos.
- Le falta energía o se siente incapaz de hacer tareas simples.
- Tiene sentimientos de que no vale nada o de culpa. Baja autoestima.
- Presenta problemas para enfocarse o tomar decisiones. Las calificaciones de la escuela pueden bajar.
- Achaques y dolores cuando todo está bien.
Cualquiera de estos síntomas puede presentarse en niños que no están deprimidos, pero cuando se presentan varios de ellos durante un periodo de tiempo prolongado, es importante que nos pongamos en contacto con un profesional de la salud que pueda orientarnos sobre qué medidas son importantes tomar y cómo podemos apoyar a nuestros niños.
Como siempre, es un placer poder compartir con ustedes este espacio.
Gracias.