Por: Dra. Rosa María Ortiz Prado
La depresión en la mujer es altamente frecuente en nuestra cultura, y es más que un simple bajón de ánimo o una reacción anímica pasajera ante las dificultades vitales cotidianas. Se trata de un trastorno del estado de ánimo que puede afectar profundamente la forma en que una mujer se siente, piensa o actúa, alterando su calidad de vida y la forma en que toma decisiones, o la manera en que se desempeña en sus distintos roles.
Las estadísticas son muy claras: la depresión en mujeres es el doble en frecuencia que la depresión en varones. Algunos autores sostienen que influyen factores hormonales, biológicos, sociales y psicológicos, tomando en cuenta también la epigenia. En el aspecto hormonal, el síndrome premenstrual, el embarazo, el postparto, la perimenopausia y la menopausia son aspectos determinantes.
Los antecedentes familiares, enfermedades crónicas y alteraciones en la clínica cerebral pueden ser variables importantes también. En los factores sociales, las mujeres están sometidas a exigencias de rol y apariencia continuos; y cumplir con multiplicidad de funciones —laborales, familiares, sociales y afectivas— puede mantenerlas en altos niveles de exigencia, gestando estrés fisiológico, contextual y mental.
La exposición al abuso sexual, violencia de género, violencia intrafamiliar y desigualdad económica siguen siendo detonantes muy importantes para un cuadro depresivo. Lo mencionado anteriormente se traduce en una mayor vulnerabilidad para generar depresión, sobre todo en la etapa reproductiva.
La depresión en la mujer puede manifestarse de diferentes maneras: más allá de la tristeza y el desgano persistente, pueden aparecer síntomas como irritabilidad, ansiedad, desesperanza y pérdida de interés por actividades que antes eran importantes. La fatiga y los trastornos de sueño pueden ser frecuentes. Si los síntomas persisten por un periodo prolongado, es necesario buscar ayuda profesional psicológica y médica.
Existen formas de depresión que afectan a las mujeres dependiendo de la etapa de vida en la que se encuentren: depresión asociada a síndrome premenstrual, llamado trastorno disfórico premenstrual; depresión perinatal; depresión postparto; depresión en la perimenopausia; depresión climatérica; depresión por crisis del nido vacío o partida de la casa de los hijos jóvenes adultos.
La depresión en la mujer puede tratarse incluso en sus formas más severas. El tratamiento puede combinar psicoterapia de diferentes abordajes y medicación, además de cambios en la forma de vida. Romper el silencio es algo muy importante: la depresión no es debilidad ni es una elección, es una condición médica y psicológica que requiere atención y apoyo.
Hablar de lo que se siente, buscar ayuda profesional y contar con una red de apoyo, puede marcar una diferencia muy importante en los resultados y en la recuperación. Es una realidad social que merece ser visibilizada y atendida con responsabilidad, sensibilidad y rigor. Las mujeres somos más del 50 % de la población, y nuestra presencia es muy importante para la construcción de una sociedad sana y funcional.
Gracias por leerme
Psicoterapeuta, psicóloga clínica y maestra en Neurociencias.
**Rosa María Ortiz Prado**.
