Por: Dra. Daniela Paz
La infertilidad es una condición que impide lograr un embarazo después de un año de relaciones sexuales frecuentes sin el uso de métodos anticonceptivos. Pero no se trata sólo de un diagnóstico médico: también es un desafío emocional y social que afecta profundamente a millones de personas.
Hoy en día, alrededor del 15% de las parejas en edad reproductiva entre 48 y 186 millones en todo el mundo enfrentan dificultades para concebir de forma natural. Lo que muchos no saben es que, en el 50% de estos casos la causa está relacionada con el hombre.
¿Cómo se evalúa la fertilidad masculina?
El primer paso para detectar problemas de fertilidad en los hombres es el análisis de semen, conocido también como seminograma o espermatobioscopía. Este estudio examina la calidad de los espermatozoides evaluando parámetros como la cantidad, la forma y el movimiento de los espermatozoides.
Factores como la edad, tabaquismo, alcoholismo, el estilo de vida, contaminantes ambientales, patologías subyacentes como el varicocele o desequilibrios hormonales, pueden influir en los resultados. Por ello, es recomendable realizar este análisis en centros especializados y bajo la supervisión de un profesional.
“El análisis seminal es una herramienta clave para diagnosticar problemas de fertilidad y orientar tratamientos adecuados en el hombre”.
Edad del padre y salud reproductiva: una relación clave
Aunque la atención suele centrarse en la edad materna, hoy se sabe que la edad del hombre también influye en la fertilidad, los tratamientos de reproducción asistida y la salud de los futuros hijos. A partir de los 40 a 45 años, la calidad del semen comienza a disminuir: se reduce el volumen, baja la movilidad de los espermatozoides y aumenta el daño en su ADN. Estos cambios no siempre causan infertilidad, pero sí incrementan el riesgo de alteraciones genéticas.
La edad paterna avanzada se asocia con una mayor probabilidad de mutaciones espontáneas, enfermedades genéticas hereditarias y un aumento en la incidencia de trastornos neuropsiquiátricos en los hijos, como el autismo o la esquizofrenia, así como un riesgo mayor de ciertos tipos de cáncer infantil.
En tratamientos de reproducción asistida, como la fecundación in vitro (FIV) o la inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI), también se observan efectos negativos. Aunque las tasas de fecundación se mantienen relativamente estables (70–75%) hasta los 50 años, la calidad de los blastocistos se reduce notablemente: del 65% en hombres menores de 40 años a sólo un 40% en mayores de 55. De igual forma, la tasa de embarazo clínico cae de más del 45% a cerca del 28%, y aumenta la tasa de abortos espontáneos por alteraciones genéticas del espermatozoide.
Si bien los hombres pueden producir espermatozoides durante toda su vida, la edad también deja una marca en la calidad del material genético.
“Reflexionar sobre el momento de la paternidad es clave para una reproducción saludable y para el bienestar de las futuras generaciones”.
