Por: Lucio Gopar
Cuando conocemos a personas como el Dr. Andrew Glassman, recobramos la esperanza de que el mundo aún tiene gente valiosa y que la vida puede ser más llevadera. Aunque la Fundación «Proyecto Lupita» A. C. dirigida por el Dr. Andrew, está ubicada en Bahías de Huatulco, su cobertura se extiende a toda la costa.
Conocer a alguien que trabaja en la filantropía es una verdadera fortuna; tenerlo en Huatulco es un privilegio, ya que se dedica a resolver las necesidades de personas que no tienen los medios para mejorar su calidad de vida. Las actividades que realiza en beneficio de pacientes con discapacidad son totalmente valoradas. Ojalá más personas se sumaran a este propósito con patrocinios para poder ayudar y cubrir los gastos de operación del proyecto. Es importante conocer la trayectoria de este hombre que vale su peso en oro.
Andrew Glassman nació en la Ciudad de Nueva York, Estados Unidos; es cirujano oral y maxilofacial jubilado. Cuando llegó a Huatulco, quedó fascinado con la belleza natural del lugar y fue muy bien acogido por la comunidad local, gracias a su gran carisma y capacidad para relacionarse. En 2002, fundó el “Proyecto Lupita”, nombrado así en honor a su primera paciente.
Cuenta con el apoyo del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), que proporciona un local para recibir a los pacientes y poderles brindarles atención. Además, cuenta con instalaciones propias en “La Bocana”, que es la oficina central de tratamientos y terapias, adaptadas con servicios especiales.
Andrew nos comenta que la misión del “Proyecto Lupita” es mejorar la calidad de vida de quienes sufren a causa de enfermedades crónicas, genéticas o traumáticas y que no tienen recursos para enfrentarlas. Atiende a pacientes que requieren sillas de ruedas, fisioterapia ambulatoria, prótesis, rehabilitación avanzada y terapia e intervención del pie equino varo, un defecto endémico en el sur de México.
Toda la labor filantrópica de Andrew Glassman está enfocada en apoyar a los sectores más vulnerables de la población, no sólo en Huatulco, sino también en otras comunidades que llegan hasta aquí en busca de ayuda. Su labor altruista y de alta calidad humana ha sido reconocida, primeramente, por la gente de Huatulco que lo conoce, así como por instituciones que le han otorgado premios especiales, como la Asociación Nacional de Locutores quienes le entregaron “El Laurel de Oro” en la Cámara de Senadores de la República Mexicana en 2017. También fue reconocido como “El hombre del año” por los Distritos Escolares de las Vírgenes y Conejos Valley en 1993.
Su filosofía es “Saber que por lo menos una vida ha respirado mejor, porque tú has vivido y te has enfocado en ayudar” (Ralph Waldo Emerson). La sonrisa de los pacientes cuando obtienen una prótesis y pueden caminar mejor, es como un regalo para Andrew Glassman; ese es el mayor pago que puede recibir por todos los esfuerzos que él y su equipo de profesionales realizan.
