Vagamundo Galería de Arte

Proyecto escultórico Ciudad de Luz 

Miguel Ángel Leyva 

Por Alonso Pérez Avendaño

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“Una joya”, así califica el artista plástico, Miguel Ángel Leyva, la Galería Vagamundo, en la cual, expone obras de jóvenes artistas de gran potencial creativo con quienes trabaja diariamente de manera ardua para generar una nueva propuesta pictórica, honesta y digna, que represente a Oaxaca a nivel mundial.

El espacio, ubicado en la esquina de Av. Juárez y Dr. Liceaga, es amplio, luminoso, místico y nuevo; como un candil que se enciende en la densa oscuridad de la noche; observado, cada día, por cientos de transeúntes, paseantes, turistas y por miles de automovilistas que ingresan todos los días al centro histórico de la capital. Vagamundo, es la continuación del proyecto iniciado hace doce años en la calle Antonia Labastida con la galería Vagabundo, mote con el que Leyva se autonombró; “vagabundo, porque mi vida es un constante andar, un pasar entre caminos, desde que nací, hasta que deje de existir”.

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Leyva, ha tomado a seis jóvenes pintores oaxaqueños con gran talento, de entre 27 y 36 años de edad, en los que encuentra un punto en común: la diversidad. Los siete artistas que exponen, incluido el propio Leyva, parten de diversas técnicas, estilos y expresiones que, dice Miguel Ángel, “dependen de sus historias, de sus experiencias, de sus caminos y sueños, de sus ilusiones, de sus vidas, de lo que son”.

Entre ellos están: César Gustavo, quien maneja el estilo hiperrealista de manera diestra, generando obras de gran factura; Gabriel Castellanos, que “trabaja a la perfección el claroscuro” y puede ir sagazmente de lo figurativo a lo abstracto; Hugo Grijalva, quien, durante su trabajo, con la restauración de obras y edificios históricos, tuvo contacto con muchos materiales que aplica con gran ingenio y maestría.

También, se incluye en este grupo a Jesús Cuevas, que ha logrado un gran desarrollo creativo y técnico durante los últimos años. “Él está pintando con las yemas de los dedos. Hay obras logradas magistralmente donde ya no interviene el pincel y donde, con un solo color, puede concretar un cuadro completo en sus diferentes tonalidades”.

Leyva, se extiende sobre la obra de Pablo Esteban, de quien dice: “Él trabaja, por ahora, con el estilo impresionista, donde hace gran uso del color, composición, textura y diseño, carrera que estudió en Holanda. Es atrevido, ingenioso y certero en sus obras; en muchas ocasiones, divertido y, sus cuadros, cuestionan al espectador”.

Por último, pero no al final, se encuentra Emilio Sánchez, artista prodigioso en el manejo de la difuminación del color, pulcro por naturaleza en el acabado de sus piezas, de gran ingenio, trazo geométrico e innovador. Al ver su obra, se puede percibir toda la planeación y el trabajo incansable hasta lograr su objetivo. Elabora obras dignas de formar parte de colecciones de arte en cualquier parte del mundo.

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En estos artistas, el galerista aprecia, principalmente, su atrevimiento y crecimiento que han mostrado desde que conoció sus obras en decenas de visitas a talleres como el Rufino Tamayo, la Escuela de Bellas Artes o salas de exhibición como la Casa de la Cultura, el Centro Cultural ISSSTE y otros espacios. Otro aspecto que los une, es la poca apertura y oportunidades que brindan los espacios dedicados a la exhibición de arte, como galerías y museos.

“En Oaxaca, una ciudad que encuentra gran parte de su sustento en los visitantes, atraídos por la cultura, el arte, la gastronomía y su historia, la mayor parte de las exhibiciones de venta artística, presentan nombres consagrados; los referentes, las grandes personalidades o, en su defecto, obra dirigida y enfocada a un fin totalmente comercial y lucrativo, sin importar en lo absoluto la propuesta artística y el verdadero talento creativo; ya no decir la técnica y factura de las piezas”.

“La Galería Vagamundo propone un arte honesto y verdadero, donde predomina la creatividad y, no como competencia absurda, sino como parte de una construcción y crecimiento creativo, honesto y desinteresado, con el único fin de crear un Oaxaca mejor, donde cualquier visitante encuentre un movimiento pictórico digno de representarnos en cualquier latitud”.

Para lograr la fuerza que necesita una Galería con voces pictóricas nuevas, Leyva apuesta a un equilibrio entre obras que pueden ser fácilmente comprensibles y las expresiones más atrevidas de cada artista. “Hay que encontrar un punto exacto para que tú puedas vender de manera honesta una obra de arte, generando así, la confianza en los coleccionistas que vienen a Oaxaca, atraídos por el gran potencial artístico y creativo”.

Lograr el equilibrio significa que ¿se puede dialogar con el pintor? o ¿se le puede pedir a un artista que cree lo que requiere la galería? La respuesta es afirmativa, pero existe un doble riesgo; primero, que el galerista, atraído por una ganancia segura y rápida, pida al artista que replique una fórmula que ya gustó a la gente y que vendió; segundo, que el pintor, ávido de recursos, desatienda su propuesta creativa para obtener dinero. Esta situación es frecuente debido a la condición socioeconómica de la que provienen muchos jóvenes que buscan ser artistas en Oaxaca.

“La mayoría de los artistas no vienen de familias con recursos, sino de familias de artesanos, obreros o campesinos, lo cual eleva y dignifica en alta potencia al hacedor; es decir, tiene triple mérito. El extranjero queda estupefacto ante tal hecho”, advierte Leyva, seguro de haber roto ese dilema en Vagamundo.

«Su vibración, la iluminación, la amplitud y la ubicación, aunado a sus grandes ventanales, son puntos clave para un trabajo galerístico».

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