Por: Dra. Rosa María Ortiz Prado
La psicoterapia es un proceso para aprender el arte de vivir, no de desaparecer síntomas, sino de cambios estructurales que logren una transformación global en el individuo; nos han enseñado a poner atención en los síntomas y, como objetivo, curarnos. Acudir a psicoterapia difiere de conversar con un amigo, ya que se nos brinda un espacio íntimo en donde poder expresar emociones, sentimientos, pensamientos, reflexiones, que nos enseñan a ver cómo existimos con nosotros mismos y con el entorno, con el pasado, en el contexto de nuestra historia personal, sin descuidar el presente.
En este presente es importante lo que pensamos, lo que hacemos, lo que decimos que hacemos y lo que hacemos en realidad, además de lo que podríamos hacer; erróneamente, se cree que en la psicoterapia sólo se habla de experiencias y traumas pasados, pero el presente y nuestras expectativas del futuro son fundamentales para conocernos mejor y descubrir las herramientas que nos ayudarán a salir de situaciones de dificultad, dolor o sufrimiento.
Es un método de trabajo profesional donde lo que prima es la relación psicoterapeuta-paciente y en la que se trata de conocernos profundamente; este conocerse, tiene lugar de dos formas: en la introspección de nosotros mismos, exponiendo nuestros miedos, fantasías, deseos, limitaciones, etc., pero también recursos y potencialidades, pues es fundamental saber y descubrirnos, conocernos, cómo son nuestras relaciones familiares, amorosas, amistosas, laborales, sexuales, etc. En psicoterapia no se tratan los problemas sino a las personas que los padecen, como ejemplo podríamos decir, depresiones, estrés, estados de ansiedad, fobias, adicciones, insomnio, crisis vitales, etc.
Los detonadores pueden ser: el inicio de una vida en pareja, separación o divorcio, embarazo, el nacimiento de un hijo, menopausia, cambios en la carrera profesional, diagnóstico de una enfermedad crónica o mortal, muerte de un ser querido, una fuerte crisis económica, cambio de residencia, etc.
La psicoterapia produce cambios a nivel neuronal y esto se traduce en cambios en nuestra manera de sentir, pensar, decir y actuar, en la manera de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás, cambios que se observarán en la forma que la persona se sitúa en el mundo, en el sentido que le dé a su vida y a todo lo que hace, en valorarse más y asumir que su vida puede ser más creativa de lo que hasta ahora ha sido.
Un psicoterapeuta debe tener una formación adecuada y específica en psicoterapia clínica en cualquiera de sus variantes y el paciente, antes de iniciar, es importante que se informe de la formación que el terapeuta tenga, ya que no todos los métodos son iguales, siempre habrá el terapeuta indicado para cada quien y, en esa correcta elección, el proceso de cambio podrá fluir y transformar aquellas áreas del comportamiento que ese ser humano requiera, para ser quien anhela ser.
Mil gracias por leerme. Psicoterapeuta Rosa María Ortiz Prado.
