MORENA Capital

Por Elizabeth Castro

Oswaldo García Jarquín fue uno de los peores presidentes municipales de Oaxaca, amparado en la impunidad que da MORENA a sus leales y creyente de que nadie le exigirá cuentas ni le evitará seguir militando en el partido presidencial, convirtió la capital del estado en un muladar, no sólo desapareció la nómina de los trabajadores, sino que dejó deudas que parecen impagables al municipio.

La primera administración morenista de la capital es una triste muestra de que el efecto López Obrador es capaz de convertir a propios en extraños y a incapaces en representantes populares; en MORENA todo se reduce a obtener la aprobación presidencial, la capacidad y la honradez son lo de menos. 

Si en verdad hemos aprendido algo y nos duele “tanto” ver a Oaxaca en estas condiciones, deberíamos considerar los efectos de nuestra próxima visita a las urnas; exigir o esperar a que los partidos postulen a personas con cierta trayectoria y reputación, en lugar de los típicos leales que no necesariamente saben administrar o gobernar. Aunque sabemos que las decisiones partidistas son políticas y no técnicas, debemos recordar que en nuestras manos está el premiar o castigar a los partidos que nos han colocado en esta situación, a los actores que la han impulsado y a quienes, con su silencio cómplice, la han legitimado. De nosotros dependerá que MORENA aprenda o no, que con Oaxaca no se juega. Sin importar quién llegue a la boleta, las urnas reflejarán nuestra falta -o no- de memoria.

Es cierto, Oswaldo no representa a todos los cuadros de MORENA, pero si el partido es incapaz de pronunciarse en contra de los suyos o detenerlos e incluso, en algunos casos, aviva los disturbios ¿qué nos espera? Silencio cómplice, fuego amigo y nada más.  

Nos espera un año interesante en términos electorales; Susana dice que peleará para ser la candidata y Salomón sonríe ante un futuro casi cantado. Por otra parte, el gobierno municipal entrante tiene ante sí un gran reto, impulsar la gobernanza y la gobernabilidad en la capital y recuperar la buena imagen del centro histórico, la cara más visible del estado. 

Víctima del fuego amigo, Martínez Neri deberá demostrar que López Obrador no se equivocó al elegirlo y que es capaz de conciliar o superar las diferencias con las tribus morenistas que no son afines a su proyecto; en él recae la responsabilidad de cambiar la cara del MORENA que nos hundió en el caos, y tal vez así, por fin pueda acariciar el sueño de ser gobernador.

¡Feliz año 2022! ¡A darle porque esas campañas no se pagan solas!

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