Por Alejandro Silva Espejo
Después de dos meses de diplomacia intermitente y negociaciones de mala fe por parte del Kremlin, Rusia ahora ha lanzado una invasión a gran escala en Ucrania. Ahora debemos considerar las consecuencias económicas y financieras de este acontecimiento histórico.
Comience con una observación geopolítica clave: esta es una gran escalada de la Segunda Guerra Fría, en la que cuatro potencias revisionistas (China, Rusia, Irán y Corea del Norte) están desafiando el, durante mucho tiempo, dominio global de los Estados Unidos y el orden internacional liderado por Occidente que se creó después de la Segunda Guerra Mundial. En ese contexto, hemos entrado en una depresión geopolítica que tendrá consecuencias económicas y financieras masivas mucho más allá de Ucrania.
En términos de economía, ahora es muy probable que se produzca una recesión global. Los analistas ya se preguntan si la Fed y otros bancos centrales importantes pueden lograr un aterrizaje suave de esta crisis y sus consecuencias. No cuente con ello. La guerra en Ucrania desencadenará un shock de oferta negativo masivo en una economía global que todavía se está recuperando de COVID-19 y una acumulación de presiones inflacionarias durante un año. El shock reducirá el crecimiento y aumentará aún más la inflación, en un momento en el que las expectativas de inflación ya están mejorando.
El impacto de la guerra en el mercado financiero a corto plazo ya es claro. Es probable que las acciones globales pasen del rango de corrección actual (-10 %) a territorio de mercado bajista (-20 % o más). Los rendimientos seguros de los bonos del gobierno caerán por un tiempo y luego aumentarán una vez que la inflación se desate. Los precios del petróleo y el gas natural aumentarán aún más, muy por encima de los 100 dólares por barril, al igual que muchos otros precios de materias primas, ya que tanto Rusia como Ucrania son importantes exportadores de materias primas y alimentos.
Es tentador pensar que el conflicto entre Rusia y Ucrania solo tendrá un impacto económico y financiero menor y temporal. Después de todo, Rusia representa apenas el 3% de la economía global (y Ucrania mucho menos). Pero los estados árabes que impusieron un embargo petrolero en 1973 y el Irán revolucionario en 1979, representaron una parte del PIB mundial aún menor que la que representa Rusia en la actualidad.
El impacto global de la guerra de Putin se canalizará a través del petróleo y el gas natural, pero no se detendrá ahí; los efectos colaterales supondrán un duro golpe para la confianza mundial en un momento en que la frágil recuperación de la pandemia ya estaba entrando en un período de mayor incertidumbre y crecientes presiones inflacionarias. Los efectos colaterales de la crisis de Ucrania y de la depresión geopolítica más amplia que augura, serán todo, menos transitorios.