Hace poco pasamos el día de la salud mental y con éste, volteamos la mirada hacia temas difíciles, que aunque no nos gusta tocar, es necesario conocer para poder prevenirlos, como es el suicidio.
El suicidio en el mundo actual es un grave problema de salud pública, sobre todo porque está afectando a masas poblacionales cada vez más jóvenes, existen datos de suicidio en niños menores de ocho años. Por ser un problema multifactorial con vertientes sociales, antropológicas, filosóficas, religiosas, teológicas, históricas y culturales, su abordaje se complica. Y, para poder entender lo complejo que es, la Organización Mundial de la Salud, en unión con la Asociación Internacional de Prevención del Suicidio, acordaron que el diez de septiembre de cada año, sería la fecha para que no olvidemos que estamos enfrentando este grave problema y que además, estamos en busca de soluciones.
La definición más aceptada de manera general, emitida por la Organización Mundial de la Salud dice que el suicidio es: “Acto deliberado con resultado fatal que el individuo ejerce sobre sí mismo, sabiendo y esperando un resultado letal, a través del cual espera obtener los resultados deseados”. Pero, ¿Qué puede motivar a un ser humano para atentar en contra de su propia vida? Existen factores que predisponen la ideación suicida, frecuentemente se relaciona con cuadros de depresión, ansiedad, pérdidas, divorcio, cambios de residencia, jubilación, pérdida de un ser querido, quiebre económico y múltiples crisis más, que los seres humanos actuales vivimos.
En nuestro país ocurren aproximadamente 6500 suicidios anualmente; por cada suicidio femenino, existen cuatro suicidios masculinos, lo que indica que el género es un factor de facilitación para el acto mismo y, las edades más frecuentes en México, son entre 14 y 35 años; en México por cada caso registrado de suicidio se teoriza que existen dos casos más no registrados, en donde la familia o la pareja, por temor al estigma social y al señalamiento, ocultan la verdadera causa de muerte del Individuo.
Existen muchos mitos en relación al suicidio que señalan que quien amenaza con suicidarse, no lo cumplirá; quien lo ha intentado algunas veces fallidamente, dejará de intentarlo; que si la depresión está resuelta, el individuo no se suicidará; sin embargo, la realidad contradice al mito y, frecuentemente, la gente que anuncia verbal o no verbalmente su deseo de muerte, termina por cumplirlo. Creer que la mayoría de los suicidios suceden repentinamente sin advertencia previa, es falso, ya que la mayoría de los suicidios son precedidos por signos verbales o conductuales; aunque algunos se cometen sin advertencia previa. Por tal motivo es importante conocer los signos de advertencia y tenerlos presentes.
Y, ¿Qué signos de advertencia son estos?
Algunos signos de alguien que puede estar experimentando ideación suicida y pueden poner en alerta a los familiares o personas cercanas son:
- Comentarios o verbalizaciones relacionadas con el acto suicida o la muerte.
- Despedidas verbales o escritas.
- Comentarios o verbalizaciones negativas sobre sí mismo o sobre su vida.
- Aparición de laceraciones recientes en alguna de parte del cuerpo.
- Regalar objetos muy personales, preciados y queridos.
- Cambio repentino en su conducta, aumento significativo de la irascibilidad e irritabilidad.
- Ingesta de bebidas alcohólicas en cantidades superiores a las habituales y con una frecuencia inusual.
- Periodo de calma y tranquilidad repentino cuando previamente ha presentado gran agitación.
- Cerrar asuntos pendientes. Preparación de documentos para cuando uno no esté (testamento, seguro de vida, etc.).
El hecho de que no se detecten estas señales, no significa que la persona no pueda llevar a cabo un intento de suicidio. Si encontramos estas señales en uno de nuestros seres queridos, es muy importante acercarnos a profesionales de la salud u organizaciones que nos brinden apoyo y ayuda.
Espero que este tema, aunque difícil, nos ayude a entender más sobre este fenómeno y nos brinde herramientas para la detección a tiempo. ¡Muchas gracias por leerme!
Por Dra. Rosa Ma. Ortíz Prado