Rosa Ma. Ortíz Prado
Todos enfrentamos situaciones difíciles de vida, algunas son verdaderas crisis existenciales, y aunque muchas de ellas podemos superarlas, otras requerirán apoyo psicológico o psicoterapéutico. Los seres humanos podemos tener experiencias dolorosas, depresivas, angustiantes físicamente demolientes, podemos sentir que perdemos todo aquello que nos sostiene frente a la vida.
Cuando todas las metas de un ser humano en el terreno familiar, personal, en pareja, se ven destruidas, nos queda una última de las libertades humanas, la capacidad de elegir la manera de ayudarnos a nosotros mismos, la actitud personal que vamos a tener frente a estas circunstancias demoledoras. Esta última libertad fue admitida desde los antiguos estoicos como por los modernos existencialistas.
Somos seres humanos normales y corrientes que podemos atestiguar nuestra capacidad humana, para elevarnos por encima de nuestro destino aparente. Antes hemos hablado ya del sentido de vida, en algunos artículos de esta revista: Socialmente pero, ¿cómo los psicoterapeutas podemos ayudar a otro ser humano a concientizar esta capacidad? Nos hemos firmado en el conocimiento del dolor humano, de los trastornos de personalidad, de los trastornos de aprendizaje, adicciones, depresión, ansiedad, divorcios, duelos, etc., pero, sumado a lo estrictamente formativo, se encuentra nuestra capacidad de acompañamiento humano. ¿Cómo podemos despertar en el paciente que se encuentra deprimido, el sentimiento de que tiene la responsabilidad de vivir, por difíciles y angustiantes que parezcan sus circunstancias?
A veces el trabajo del psicoterapeuta inicia en el momento en que tenemos el primer contacto con el paciente, cuando empezamos a ser empáticos y a escuchar de manera real y atenta al otro, en una escucha activa y respetuosa, cuando humanamente nos aproximamos con compasión a otro ser humano. Y después, con preguntas, con historias, con herramientas, podemos ayudar a algunos seres humanos a reconocer ese sentido de vida, a veces a reencontrarlo, a veces haciendo algunos ajustes a algo que ya está ahí.
En el caso de las personas que se encuentran en alguna crisis, algún momento de depresión o algún cuadro de ansiedad, ¿es posible que los acompañemos? Si, de hecho, entre el 60 y 90 por ciento de los pacientes que acuden a algún tipo de psicoterapia narran (dependiendo de la técnica, así como del estudio que encontremos) que viven mejorías como parte del proceso.
Si te encuentras deprimido, ansioso, si necesitas herramientas de psicoeducación, acércate a algún profesional de la salud, si tienes dudas de cómo encontrar el sentido de vida, busca apoyo en personas éticas y profesionales. Y mientras, me gustaría hacerte algunas preguntas que tal vez viertan un poco de luz en esta búsqueda de sentido de vida.
¿Hay creencias que limitan tu propio crecimiento o desarrollo?
¿Necesitas ayuda para seguir adelante con algún plan?
¿Has abandonado algún sueño?
¿Has tenido últimamente insomnio?
¿Has presentado últimamente un trastorno alimenticio?
¿Qué cosas agradeces que sí tienes en este momento?
¿Consumes alcohol en exceso o alguna droga de abuso?
¿Has pensado en el suicidio?
¿Te has descubierto a ti mismo con conductas obsesivas o diferentes a tu quehacer habitual?
¿Estás en relaciones con alto conflicto?
¿Te cuesta trabajo socializar?
¿Has tenido crisis de pánico?
¿Has tenido crisis de angustia?
Aunque parecen preguntas simples (y a la vez complejas) sólo son un pequeño ejemplo de lo que podría ser un punto de encuentro contigo mismo y un punto de partida también.
¡Recuerda, si necesitas ayuda, no dudes en buscar apoyo psicológico y emocional, la mejor ayuda es aquella que se brinda!
¡Gracias!
