Con los premios Óscar a la vuelta de la esquina y las nuevas políticas de inclusión, parece ser que ahora veremos más rostros diversos en categorías que normalmente veríamos a los mismos hombres año tras año. Era muy fuera de lo habitual ver mujeres y mucho menos, mujeres afrodescendientes o asiáticas en categorías como mejor dirección, guión, fotografía, sonido, edición o película.
Nombres como Sofia Coppola, Patty Jenkins, Greta Gerwing, Ava DuVarnay, Shonda Rhimes, Barbra Streisend, Katheryn Bigelow son las que de alguna manera se han colado a un sistema en donde la dominancia del entretenimiento es enteramente masculina, y lograr que grandes estudios depositen la confianza en mujeres cineastas, es difícil, ya que tienden a creer que desarrollarán temas sólo para mujeres; no es que existan pocas mujeres cineastas o estudiantes de cine, si no que la contratación es más difícil si eres mujer y aún más, si eres de una etnia diferente; por ello, es más común ver a mujeres en producciones pequeñas y de bajo presupuesto en donde un posible fracaso es menos riesgoso para el estudio o bien, en trabajos para desarrollar un guión; Patty Jenkins es un claro ejemplo, después de realizar su película Monster, película autobiográfica sobre una asesina en serie (y por el cual Charlize Theron ganó el Óscar a mejor actriz), pasó un tiempo haciendo proyectos pequeños para la televisión y cine hasta que consiguió el permiso de dirigir la Mujer Maravilla la cual fue un éxito en taquilla, sólo para que sepan, le tomó trece años conseguir el permiso.
En el año 2010 se pensó lo inimaginable ¿podría una mujer o un afroamericano ganar la estatuilla dorada a mejor dirección? Cuando Barbra Streisand (primera mujer en ganar un globo de oro a mejor dirección en 1983 por el musical Yentl) entró al escenario en el teatro Kodak con el sobre de mejor dirección y leyó el nombre de que Kathryn Bigelow había ganado el Óscar a mejor dirección y vencer a James Cameron y los 50 millones que costó la película de Avatar que en ese entonces tenía el récord de ser la película más taquillera de la historia (hasta la llegada de Vengadores: Endgame) y mientras que la zona de miedo que relata la vida de los artificieros en Irak era una película de apenas los once millones, logró pasar a la historia como la única mujer en ganar un Óscar, más no en ser nominada, ya que era la cuarta mujer en ser nominada durante 82 años.
Ahora, el centro de atención está puesto en dos cineastas, la debutante Emerald Fennell con la película “Una Joven Prometedora”, película que habla sobre el mayor temor de un hombre de ser acusado por acoso y el de una mujer muerta, de cómo es más fácil culpar a la víctima que al victimario, con cinco nominaciones, incluida mejor dirección y guión original; y Chloé Zhao con Nomadland que abarca el tema de la pérdida y la soledad, de cómo nuestras decisiones a lo largo de la vida nos alejan de unas pero nos acercan a otras, con seis nominaciones, incluida mejor dirección y película.
La brecha que existe entre el género aún es grande, las productoras deberían dejar de decir “arriesgarse” cada vez que le dan un proyecto a una mujer; debe existir una voluntad de las productoras para cambiar su posición cuando una mujer está detrás de las cámaras y que no todas hacen cine exclusivo para mujeres, nosotros como consumidores deberíamos despojarnos de los prejuicios sobre las mujeres cineastas, pensar que una mujer al mando no es sinónimo de fracaso y mucho menos del tema feminista, no porque esté una mujer significa que la película tratará de un tema rosa.
Por: Suri Trujillo