Buen viaje, Ivette

Por: Elizabeth Castro

Era junio de 2015 cuando escribí por primera vez sobre Ivette Morán “tiene una sonrisa encantadora, a donde va es bien recibida, brilla con luz propia y es parte fundamental en la carrera por la gubernatura en que su marido está envuelto. […] El vínculo real con el electorado lo está creando Ivette Morán, quien hoy, se dedica a apoyar a su esposo en una carrera que sólo admite un destino, la gubernatura”; meses después, cuando comencé a colaborar con Socialmente, ella estuvo en la portada, ataviada en un huipil rosa, la presidenta de la fundación AMO habló de sus recorridos por Oaxaca, era el inicio de la campaña de Alejandro Murat, un personaje conocido más por el apellido que por sus acciones en favor del estado. 

Después vendría Gisela Rubach y su estrategia para dar a conocer a Alejandro, la negociación de José Murat Casab y los bigotes de Eviel Pérez Magaña, luego vendrían los grandes equipos traídos desde el Estado y la Ciudad de México, y un hombre acartonado cuya oratoria era pobre, pero “se compensaba” con la ambición y el apellido. Murat nos prometió un milagro, el milagro oaxaqueño, ese que vendría cargado de carreteras, obras, apoyos y un salto monumental para Oaxaca, prometió revivir el proyecto transístmico y mejorar la afluencia turística, prometió la carretera a Putla y sacar a Oaxaca de la pobreza extrema. 

Pero con el paso de los años, las promesas de Alejandro Murat se desvanecieron, los conflictos internos y el enojo de quienes vieron frustradas sus ambiciones cuando posiciones en el gabinete les fueron negadas, avivaron los resentimientos y provocaron rupturas en el centro del priismo. En 2018, cuando MORENA se convirtió en la fuerza política más importante del estado, “el cachorro” comenzó a negociar con ella, los vientos de la 4T azuzaron a Murat y se convirtió en un aliado de Andrés Manuel.

Y mientras Murat hacía y deshacía, Ivette se convirtió en la presidenta del DIF estatal, transformando a la institución en una entidad activa que llevó la beneficencia pública a muchos lugares del estado; “la señora” comenzó a entregar ambulancias, dio apoyos para las artesanas, promocionó carreras atléticas, protagonizó campañas para la recolección de cobijas, y hasta nos pidió saludarnos con distancia en plena pandemia. Ivette se transformó en la cara afable del gobierno, como en campaña, el vínculo de los Murat con las personas fue la mujer de los huipiles y las trenzas rubias que abrazaba niños y mujeres, la que inundó las redes sociales de imágenes sobre sus recorridos y las maravillas gastronómicas de Oaxaca. 

Hubo quienes se atrevieron a decir que ella sería la candidata del PRI en 2018 y que se repetiría la fórmula de los Moreno Valle, fallaron; y no porque Ivette no tuviera el capital social para la campaña, sino porque ¿cómo pensaron que Murat habiendo contraído deudas estratosféricas como consentir la impunidad, premiar la ineptitud y teniendo una relación tan cercana con Andrés Manuel, iba a lanzar a Ivette a los lobos?

Si Alejandro gobernó desde la legalidad que le dieron las votaciones, Ivette lo hizo desde las ventajas que da el poder a quienes sólo tienen que hacer su trabajo y callarse ante las injusticias. Ivette Morán nunca opinó sobre los feminicidios, no la vimos retomar las causas de las mujeres ni preocuparse por la violencia; se enfocó en la beneficencia que viene del dinero de otros y las fotografías que muestran lo bonito e ignoran las carencias sistemáticas y estructurales que imposibilitan el desarrollo. 

Alejandro Murat ganó las elecciones gracias, también, al trabajo de Ivette, tal vez por eso su fotografía estaba junto a la del gobernador en las dependencias, y quizá, por eso, pocos se han atrevido a señalar sus errores y deficiencias. Si alguien trabajó durante el sexenio es Ivette Morán y hoy, a siete años de aquella portada de Socialmente, sólo nos queda esperar que quien llegue al DIF Estatal haga más e implemente mejores acciones; que quien llegue, reivindique la labor social para que esta reconozca a las personas como sujetos de derechos y no como sujetos de caridad; pero sobre todo, que quien llegue, sea mejor que ella, con suerte, esta vez los oráculos no se equivocan y del DIF surge la próxima candidata a la gobernatura.

Por lo pronto, buen viaje, Señora. ¡Qué divertido fue verla bailar!

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